Luly's Reviews > Una casa llena de gente

4.5
Adoro los libros donde no hay una gran trama que mueva la historia, sino pequeños fragmentos de la vida de uno o más personajes que viven su día a día y que, a pesar de ser personas comunes y corrientes, te tienen enganchada a las decisiones que toman.
"Una casa llena de gente" trata sobre tres familias que viven en un edificio con paredes tan finas que pareciera que todos viveran juntos. A raíz de la muerte de su madre, Charo recibe los diarios personales de ella y reconstruye toda la vida de Leila, su mamá, y a su vez la suya propia, desde el momento en el que se mudaron al "Castillito", como ellos llaman al edificio. Es un libro super interesante porque reúne varios formatos: relatos en primera y segunda persona, entrevistas, fragmentos de diario que, junto con los demás vecinos, reconstruirán una historia más o menos uniforme de esos últimos años. Es una lastima que no me haya gustado mucho cómo está narrado el audiolibro, porque la historia al usar tantos recursos se presta a una narración más teatral, pero la narradora lo hace sonar todo muy plano, por más que se esfuerce con el acento argentino.
Leila se me hizo una mujer super interesante en la que me pude ver reflejada con su relación con la literatura. Es una persona con muchos matices: egoísta, pero también una madre que daría todo por su familia; absorta en su mundo, y la vez tan despierta hacia todo lo que la rodea; celosa, pero apasionada y dispuesta a ayudar. Gloria, la vecina de arriba con quien se forma una relación de amor-odio tan común entre vecinos, también es todo un personaje (en mi mente era igual a la actriz de la tía Petunia de Harry Potter) y le da ese toque picante (en el buen sentido) a la historia que te hace odiarla y la vez sentir empatía por ella. Definitivamente este libro se lo llevan los personajes femeninos: Leila, Gloria, Charo y Victoria, la hija de Gloria y la mejor amiga de Charo, sin la cual jamás habría comenzado esta historia.
Super recomendado si te gustan las historia character-driven y el puterío vecinal